Benjamín Martínez Gómez
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“Sin luz no hay higiene, ni moralidad pública, ni policía, ni seguridad posibles. La luz espanta al ladrón, modera al intemperante, refrena al vicioso e influye no sólo en el bien parecer, sino también en el desarrollo de las buenas costumbres. Lo primero que hizo el creador fue alumbrar el caos como único medio organizarlo.” Rafael Arizpe.
En 1900 la capital del país terminaba hacia el norte, en el Río del Consulado, y frente a la Beneficencia Española hacia el sur. Los límites del oriente estaban demarcados por Jamaica, mientras que por el occidente se prolongaban hasta el Bosque de Chapultepec. En esa época una buena ciudadana, una muchacha decente, una mujer de buenas costumbres tenia en su jornada diaria: la hora de levantarse, la hora se asearse y tender la cama, la hora de preparar el desayuno, la hora se sentarse a la mesa y esperar, , la hora de recoger la mesa, la hora la hora de ir al mercado, la hora de prepara la comida, la hora de dormir la siesta, la hora de remendar la ropa, la hora de escuchar lecciones de urbanidad e higiene, la hora de aprender las vocales, la hora de preparar la cena, la hora de rezar, la hora de dormir y la hora de empezar de nuevo. Las mujeres tenían un ritmo de vida que no dejaba tiempo para nostalgias y el presente se volvía absoluto; era de esta manera como se forjaba una educación femenina.
Esto ritmo de vida afortunadamente en el Siglo XXI ha cambiado para un mejor beneficio de la sociedad y un desarrollo mas independiente de las mujeres mexicanas, en el presente las mujeres no están limitadas a lo que se les enseña en casa no están sometidas a una educación de corrección seguida de un castigo, es de vital importancia y de un gran orgullo de progreso que en el México del 2007 las mujeres sobresalgan al igual o en ocasiones mas que los hombres, las mujeres en esta época ganan competencias deportivas, se desenvuelven en ambientes laborales de gran importancia sobresalen internacionalmente siendo orgullo de nuestro México, es por eso que veo la liberación femenina como un bien que ha sufrido el país y mientras se siga pensando que los mujeres son iguales a los hombres ante la ley y tengan las mismas oportunidades no habrá un pretexto para que las mujeres mexicanas sigan creciendo en el aspecto personal como hasta nuestros días.
Bibliografía:
Nadie me verá llorar “Cristina Rivera Garza”
Editorial Tusquets
Edición 2006
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